El suplemento "Artes y letras" que publica hoy jueves el Heraldo de Aragón incluye una reseña de Nacho Escuín sobre el último poemario del escritor, traductor y crítico barcelonés Eduardo Moga. Libro editado en la colección Bartleby Poesía:
"Hay libros de poesía que contienen muchos libros en su interior, libros que cuentan con poemas que nacen de otros poemas y versos que surgen tras la lectura de versos. Hay poetas que traducen y poetas que hacen critica. Y, al fin, libros de poesia llenos de libros escritos por poetas que traducen, escriben y hacen crítica, y rozan en todo ello un nivel magnifico. Bartleby, un sello que destaca por su apuesta por la poesía singular, lanza este "Cuerpo sin mí" de Eduardo Moga junto al libro de Juan José Almagro Iglesias, "El hombre bañera", otro de los traductores "de la casa". Moga es un poeta intenso, metaliterario, sonoro, difícil en ocasiones y hábil y directo en otras. Es capaz de hacer viajar al lector de la huella de Baudelaíre a la de Eliot y de esta a la de Gil de Biedma en un solo poema, en un instante en el que los versos toman vida ("He hojeado el libro, / El libro me miraba y su voz era pálida, / Ymientras / leía los poemas, ha pasado / un coche: / lo conducía / la muerte, blanca / como la sed, sonriendo / sin labios").
"Cuerpo sin mí" es. en esencia, la conjunción de la tradición y la vanguardia poética, la lírica urbana que ocupa todo ("Pero seguimos caminando / y obedecemos / a los semáforos, vencidos / por la necesidad de ser nosotros,/muchos, nadie, enterrados en la grava / urgente / del mediodía, / que muda / de piel / como un animal / enorme.") y la banda sonora que se extingue al caer el sol ("y cruzamos más / semáforos, y más / calles, y vemos los escaparates / que nos condenan / al cuerpo, (...) Morimos / en ellos; lo que queda / de nosotros -el eco de las claudicaciones / un sordo / temblor de células -se extingue en sus espinas") y duerme a nuestro lado".
"Cuerpo sin mí" es. en esencia, la conjunción de la tradición y la vanguardia poética, la lírica urbana que ocupa todo ("Pero seguimos caminando / y obedecemos / a los semáforos, vencidos / por la necesidad de ser nosotros,/muchos, nadie, enterrados en la grava / urgente / del mediodía, / que muda / de piel / como un animal / enorme.") y la banda sonora que se extingue al caer el sol ("y cruzamos más / semáforos, y más / calles, y vemos los escaparates / que nos condenan / al cuerpo, (...) Morimos / en ellos; lo que queda / de nosotros -el eco de las claudicaciones / un sordo / temblor de células -se extingue en sus espinas") y duerme a nuestro lado".
IGNACIO ESCUÍN BORAO
Artes y Letras - Heraldo de Aragón
13/12/07