"A Haroldo Conti, que era un escritor argentino de los grandes, le advirtieron en octubre de 1975 que las fuerzas armadas lo tenían en una lista de agentes subversivos. La advertencia se repitió por diversos conductos en las semanas siguientes y, a principios de 1976, era ya de dominio público en Buenos Aires. Por esos días, me escribió una carta a Bogotá, en la cual era evidente su estado de tensión. "Martha y yo vivimos prácticamente como bandoleros", decía, "ocultando nuestros movimientos, nuestros domicilios, hablando en clave". Y terminaba: "Abajo va mi dirección, por si sigo vivo". Esa dirección era la de su casa alquilada en el número 1205 de la calle Fitz Roy, en Villa Crespo, donde siguió viviendo sin precauciones de ninguna clase hasta que un comando de seis hombres armados la asaltó a medianoche, nueve meses después de la primera advertencia, y se lo llevaron vendado y amarrado de pies y manos, y lo hicieron desaparecer para siempre". Así comienza el artículo con que Gabriel García Márquez confirmaría, cinco años después, el fatal destino de Conti.
Los detalles sobre la noche del secuestro los contó, de primera mano, su compañera y esposa, Martha Scavac, Marta Conti, en un artículo publicado en la revista argentina Crisis (Nº 41, abril de 1986) que podéis leer pinchando aquí.